Nos negamos a llamarlo fiesta. Por mas que las 20.000 almas hiceron una fiesta si por el entusiasmo habláramos. Pero como se trató de una despedida, ese entusiasmo que en casi todos los casos se transformó en emoción y llanto, no puede ser una fiesta.
La conmovedora demostración de amor por el club mas grande del Oeste, el inimaginable cariño que demostró su gente por su estadio, nos hace reflexionar sobre cuantos se habrán planteado si esto era lo que se quería. Si este traslado era lo mejor. Obvio, muchos en frío, luego lo aceptarán, y tantos otros se irán acomodando a su renovado cariño hacia su nueva casa.
Pero lo que si es seguro que a todos, a todos les costó muchísimo este adiós. Y no es para menos : el francisco Urbano ha sido el escenario de miles de emociones vividas : de las buenas, con alegrías y triunfos, y de las malas también, con derrotas y sinsabores. Pero en todos los casos, son situaciones vividas y que no se irán por nada del mundo de las mentes y los corazones de quienes adoramos esa palabra mágica que nos recorre por las venas : MORON.